1. m. Ejecución o declamación repetida, para corresponder a los aplausos del público, de una obra musical o recitada o de un fragmento de ella.
2. adv. c. U. en los papeles de música y en impresos o manuscritos castellanos para dar a entender que algo debe repetirse o está repetido.
3. adv. num. Significa 'dos veces' y, añadido a cualquier número entero, indica que este se ha repetido por segunda vez.
4. interj. U. para pedir la repetición de un número musical.
En la compulsión de la repetición infantil -esa que nos lleva a jugar al mismo juego una y otra vez o a querer escuchar el mismo cuento, una y otra vez - de niña vi cientos de veces una película llamada La historia sin fin. Sólo mencionar el nombre de la película me arrastraba y encontraba infinitas posibilidades dentro de su maravilloso relato!
Pero el tiempo pasa inexorable -ya sabemos- y unx diversifica sus intereses. También, en la vorágine del mundo esta compulsión a la reincidencia se diluye, nos vemos impulsados a buscar siempre lo nuevo, lo último y hasta hay quien considera una pérdida de tiempo releer un libro, volver a una ciudad ya visitada o mirar una película ya vista. No estoy en ese club... pese a todo(s), defiendo la repetición.
Ahora, cuando vuelvo a pensar en esto, siento que en la insistencia encuentro cada vez algo distinto, la experiencia me devuelve otra arista de mí. Algo así me pasa con Amor de Músico, una obra que por estos días vuelve a montar en escena el grupo Teatro al Manubrio con los actores Roberto López y Mario Ramírez y la dirección de Leandro Ortega. De entrada los advierto, una obra sugerida para las almas sensibles.
En una pequeña sala de ensayo en un barrio hay dos amigos -como hermanos-, dos músicos encantados por la aventura de lo cotidiano, bailando, cantando, jugando. Verán, resulta que esta obra como su nombre lo indica, habla de amor y sus actores cautivan en la construcción de su amistad y en las melodías que palpitan. Cautiva también su contemplación y emoción ante lo femenino, sentido en la ternura de las palabras que pronuncian. Ah, no quiero olvidar mencionarlo: transmiten alegría y una risa espontánea está en el aire.
El asunto es que esta obra invita a la repetición. Y no sólo porque uno salga comoenamorado y quiera volver a verla, o porque puedan existir sutiles cambios en las interpretaciones de los papeles, si no, porque efectivamente es distinta cada vez. Yo encuentro esto atrevido y seductor.
Es una obra móvil, con amigos musicales que visitan la casa y le dan distintos matices en cada oportunidad. La primera vez que fui pude apreciar la armoniosa voz y presencia de Carolina Terraf y la segunda, la festiva extravagancia y el saxo de Javier Seco. Ambos fueron momentos de risas y disfrute.
Pero bueno, esto jamás intentaría ser una crítica-de-una-obra-de-teatro... sólo pretende ser una invitación a compartir ese dulce espacio. Sepan lectores del bloc y miembros de Teatro al Manubrio: miro, admiro y recomiendo su trabajo, una y otra vez.
mitocondria.
mitocondria.