tiempo.
2. m. Magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro. Su unidad en el Sistema Internacional es el segundo.
Fue un lunes de noche. Primero fue un comentario y algunos mensajes de texto entre quienes estábamos pendientes del juicio en el que se juzgaba a Etchecolatz.
Después fue un vendaval de martes, porque era cierto, porque había pasado. Porque había que decirlo, porque había que ponerlo como tema central en el Salón Blanco donde se leía la sentencia.
Vino el miércoles y se quebraron todos los tiempos.
El miércoles quemamos gomas, en silencio. Pintamos paredes, puertas y ventanas en silencio, insisto, desconcertados por la posibilidad cierta de que Jorge Julio López, el hombre de boina, el albañil, Tito, hubiera desaparecido. En mi laburo de entonces votamos un paro y recuerdo que algún funcionario de la Universidad nos increpó diciendo que qué tenía que ver la Universidad con "esto".
Nos sumergimos en un territorio tan demoníacamente conocido que es surco, brecha, ruptura para muchos y muchas de los que estuvimos ahí. Lloré en la calle, los 18 de cada mes, como lloré hace poco el asesinato cobarde de Mariano Ferreyra a manos de la patota de la burocracia sindical ferroviaria. Lloré por estar cantando, sin métaforas mediando, la consigna aparición con vida.
2006 |
Pero Julio no apareció. Y tampoco se lo buscó, sino muy lo contrario, se hizo una enorme red de encubrimiento para proteger a la Policía Bonaerense, a otras fuerzas de seguridad, y a los círculos de ¿ex? represores. Le pese a quien le pese, pasaron muchas cosas y muchas no pasaron.
Hace seis años no vivía en esta casa, no tenía este trabajo, no había terminado la universidad y no era la mamá de Boris. Conocía las calles de La Plata y la política argentina desde su dramatismo temporal y social, sí, pero desconocía mucho sobre su bestial voracidad.
No era partidaria del gobierno entonces, y no lo soy ahora. El gobierno ha actuado frente a la desaparición de Julio (y no es el único tema donde se rompe su relato) con una indiferencia y como soporte último de una red mafiosa que vive a expensas del Estado. Esa "falta" no se justifica con nada y no hace más que desnudar sus límites sin enaltecer por eso a ninguno de sus actuales oponentes.
El dolor por la ausencia de un compañero, el dolor por la libertad absoluta con la que secuestraron y vivieron después quienes se llevaron a López es rabia contenida que espero sea raíz de otro futuro.
Jorge Julio López, desaparecido desde la madrugada del 18 de Septiembre de 2006. Todo tiempo está después.
* Desconocemos lamentablemente autoría de la foto.